sábado, 1 de agosto de 2009

TUPAC AMARU Y LA EMANCIPACIÓN AMERICANA

Campesinos en Sicuani, 1918
(foto de Martín Chambi)


La derrota demasiado conocida

Como muy bien ha señalado Felipe Pigna, la historia escolar y oficial se ha encargado –y solazado- de enseñar la derrota, captura y posterior descuartizamiento de Túpac Amaru, por los genocidas españoles; pero ha ocultado deliberadamente el carácter y la magnitud de su lucha y su movimiento.

Como si sólo se quisiera mostrar qué es lo que puede ocurrirle a quien osara rebelarse contra el poder.

También se ha soslayado la inocultable relación entre la rebelión de Túpac Amaru y la Revolución y Emancipación americanas que estallarían a menos de treinta años de su movimiento. Aquello que en términos históricos constituye una inocultable procesión generacional.

Serían los hijos de los derrotados con Túpac Amaru –como justamente ha señalado Alcira Argumedo- quienes conformarían los ejércitos emancipadores que incendiarían el continente y destruirían al Imperio español, vengando al Inca. Sólo que, en esta nueva etapa de la lucha liberadora, la hegemonía final sería burguesa (criolla) y no india.

Por el contrario, los indios, los mestizos, los mulatos, los negros y los gauchos, serían los derrotados por el recambio de clases dominantes. Ya no serían esclavizados por los godos, sino por sus descendientes directos, las oligarquías blancas-criollas asociadas a un nuevo amo imperial: el británico.

Sin embargo, es imposible eludir la continuidad histórica de la gran rebelión de los Andes iniciada por Túpac Amaru en 1780, con los sucesos despuntados en 1809-1810. Es más, de alguna u otra manera, la rebelión perduró en los pueblos indios del Norte casi hasta empalmar con la etapa siguiente, ya que territorios del actual Norte argentino y del sur Boliviano, mantendrían sublevaciones indias indómitas casi hasta 1805.

Luego de su triunfo en Sangarará, el Inca no ocupó el Cuzco, que se hallaba desguarnecido, en un error fatal para su campaña.

"El mayor recelo que se tenía era de que el traidor llegase a entrar y fortificarse en el Cuzco; por el crecido número de indios que hay dentro de sus muros, pues si lograra, costaría más el desalojar que lo que costó la Conquista de todo el reino; pero una vez que Dios por su misericordia le negó el concurso para internarlo al principio de su rebelión o después de la derrota de Sangarará (…), en que sin resistencia lo hubiera verificado, pues sus habitantes sobrecogidos de un temor pánico, sin armas, sin municiones, sin tropa, no pensaban en defenderse, sino en hacer fuga muchos de ambos sexos y estados, temerosos del golpe que los amenazaba."

Es dable pensar que el Inca –tal como Aníbal- no quería quedar encerrado en una ciudad, y prefirió el movimiento liberador de sus tropas. Sin embargo, el hecho de no tomar el Cuzco, unido a la falta de apoyo de los criollos al movimiento indio (los criollos del Perú y Alto Perú eran parte de la clase social que explotaba a los indios, y no querían de ninguna manera una Revolución India, tal como comprobarían luego Castelli, Belgrano, Güemes, Juana Azurduy, Ascencio Padilla, San Martín, Artigas, Andresito, O" Higgins, Sucre y Dorrego) lo llevaría a la derrota.

A ello se sumaba el envío de refuerzos de todas partes de la América española –incluido un fuerte destacamento del Plata, enviado por el "muy progresista" virrey Vértiz-; la traición de los criollos que Túpac había incluido como artilleros –los indios no sabían usar la artillería, ni la mayoría de las armas de fuego-; la indudable superioridad militar de las armas de fuego españolas, y en particular, la participación militar directa de la Iglesia en la lucha contra el Inca, al punto que, en la batalla final, fue decisivo el papel de las tropas armadas por la iglesia española en América, en lucha contra el "indio hereje".

La Iglesia estuvo en la primera línea de la represión a la sublevación tupamarista, considerando la rebelión del pueblo americano casi como un asunto particular de desafío a su labor evangelizadora-esclavizadora. Para la Iglesia se trataba de la restauración de la herejía. Como muy bien lo expresaría más tarde, Fray Justo Santa María de Oro en el Congreso de Tucumán en 1816, cuando el General Manuel Belgrano propusiera la Monarquía Inca.

Como dijimos, el candidato propuesto era el único familiar sobreviviente del Inca, Don Juan Bautista. En dicha ocasión, Santa María de Oro amenazó con "renunciar al Congreso si se elegía tal Rey". Su oposición, no resultaba precisamente por fe republicana. En 1818 apoyó sin remilgos la posibilidad de coronar a un medio hermano de Fernando VII. De ninguna manera podía aceptar a un "indio hereje" como Rey de los americanos.

Finalmente, Túpac fue derrotado por fuerzas superiores. Traicionado a cambio de la promesa de libertad, por un lugarteniente mestizo llamado Francisco de Santa Cruz, ayudado en su infamia por el cura del pueblo de Langui -donde libró su última batalla- Antonio Martínez.

Los españoles acudieron al mismo sistema que usaron siempre, para dominar a los pueblos americanos: el engaño, el doblez, la traición a los acuerdos establecidos, y la violación de la palabra empeñada.

También buscaron debilitar la rebelión, otorgando varios de los reclamos del Inca, y desatando una represión de exterminio sobre todos los pueblos que lo apoyaban.

Mataron a todos los indios que pudieron: cien mil en total entre 1871 y 1875.


Por Alberto Lapolla
agrolapolla@yahoo.com.ar
Ingeniero Agrónomo Fitotecnista (UBA)
Experto en Genética Vegetal
Historiador
Docente de la Universidad de La Matanza
Ex – Docente de la UBA
Autor de artículos y trabajos sobre la Problemática Agropecuaria Ambiental

Documento español de la época 2 pag 428

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viernes, 31 de julio de 2009

PEDRO LEÓN DÍAZ GALLO


Nació en Santiago del Estero el 29 de Junio de 1782.


Ingresó en año 1799 al Colegio de Monserrat, Provincia de Córdoba, donde se gradúo como presbítero. En la Universidad de San Carlos, estudió filosofía obteniendo el título “Maestro en Artes”


Fue sacerdote y político.


Estudió el Estatuto Provisional en el Cabildo Abierto del 19 de Junio de 1815.


Participó como diputado por la Provincia de Santiago del Estero en el Congreso de Tucumán de 1816, siendo uno de los firmantes de la Declaración de la Independencia de las llamadas entonces Provincias Unidas de Sudamérica.


Le fue encomendado, en el año 1821, su arbitrio en el diferendo entre las Pcias de Santiago y Tucumán por la Autonomía de Santiago del Estero.


Por su empeño se firmó la paz en Vinará, Termas de Río Hondo.


Fue diputado de la Provincia de Salta.


Falleció en la Ciudad de San Miguel de Tucumán el 16 de Febrero de 1852.


jueves, 30 de julio de 2009

CASA MUSEO DE "ANDRÉS CHAZARRETA


CASA MUSEO DE "ANDRÉS CHAZARRETA".

Mitre Nº 127.


El 29 de Mayo de 1876 nació en Santiago del Estero uno de los más destacados juglares del folklore argentino, Patriarca del Folklore Argentino.


El Museo funciona en la casa en la que vivió don Andrés Chazarreta toda su vida.


La construcción original es de hace 120 años y fue declarada Monumento Histórico Nacional.


  • La Casa.

En la sala lo que impacta es un enorme cofre en el que se guardan: su primera guitarra, su poncho y su primer disco; además se encuentran los diminutos bancos de madera en los que se apoyaba su pie al rasguear la guitarra. También observamos los elementos que utilizaba en sus presentaciones: alforja, lazo, colcha y mortero.



Se exhiben, además, el título de maestro de escuela, su primera guitarra, el primer disco grabado en RCA Víctor, que era un vals que se llama "Santiago del Estero".


Hay también una vitrola de más de 80 años, cuya bocina de madera es de las primeras que se fabricaron en el país; cajas vidaleras, bombos legüeros, porque se escuchan desde una legua, y múltiples testimonios de adhesión y amistad.


  • Su Obra.

Entre recopilaciones y obras propias, Chazarreta tenía registradas 395 piezas en SADAIC.


Como gran admirador de su país, escribió valses para todas las provincias y por esos mismos años imprimió su primer álbum de piezas folklóricas.


Su primera academia fue creada en 1945. Contando con el apoyo de una de sus hijas imprimió el primer y segundo libro de la coreografía de danzas folklóricas.



Santiago del Estero, Mi Provincia" de Adela Curi Paz

miércoles, 29 de julio de 2009

TUPAC AMARU Y LA EMANCIPACIÓN AMERICANA

Túpac Amaru II en un fresco de Tadeo Escalante.
Foto: Wilfredo Loayza.


La batalla de Sangarará: día de redención americana

Finalmente, en el apogeo de la primera Independencia americana, Túpac Amaru derrotó a las tropas españolas en la batalla de Sangarará el 18 de noviembre de 1780. Tal vez el máximo día de libertad e independencia americana desde la llegada de los españoles hasta entonces.

El terror se apoderó de los ibéricos:

"La tropa al mando del señor mariscal de campo, don José del Valle, volvió al Cuzco muy disminuida por muertos y desertores, y los que entraron en dicha ciudad causaban compasión, viéndolos cubiertos de piojos, muchos o los más descalzos y otros envueltos en pellejos. Fueron a alojarse en los hospitales, porque de los malos alimentos estaban padeciendo disentería; no tuvieron un colchón, casa de medicina, ni médicos para la curación de los enfermos, y las tiendas de campaña estaban hechas pedazos, de podridas y maltratadas. Dicen que no se puede leer sin lágrimas los diarios de los señores Valle y Avilés, y conviene en que aquellos infelices que dejaron el bello temperamento de Lima, la quietud y regalo de sus casas para servir al rey, como sus buenos vasallos, no han sido pagados."

Los españoles del Cuzco estaban espantados; no sólo se refugiaban en las Iglesias, sino que "pedían a los sacristanes les franqueasen las bóvedas para sepultarse vivos."

La pavura realista, llegó hasta Buenos Aires, donde el fiscal del Virreinato, doctor Pacheco, lanzó una proclama contra la rebelión: "Cree el fiscal poderse declarar por rebelde al cacique Túpac Amaru, y en caso no se entregue, o le entreguen sus partidarios a las reconvenciones o requerimientos que permitan las situaciones de cada partido, autorizarse a todo vasallo del Rey, tanto del partido rebelde como del que pase a subyugarle, para que le aprendan o maten para la más cabal inteligencia de aquel excelentísimo señor Virrey, y que las tropas de una y otra parte procedan con la mayor armonía. Buenos Aires y enero 15 de 1781." (1) (pag151)

Y pues, el indio ha exhortado
a criollos, atrevido;
a seguir el vil partido
que alevoso se ha fraguado,
para que entienda el alzado
que a todas luces se engaña.
Criollo es el que desengaña
y exhorta a la recia plebe,
que sólo conocer debe
por Padre y Rey al de España.

(Panfleto arequipeño español) (pag417)


Pero el terror de los españoles, no residía sólo en la posibilidad de perder la vida a manos de los esclavizados indios, sino en algo mucho peor para la hidalga raza ibérica: tener que trabajar con sus propias manos, la peor de las maldiciones para un señorito, caballero o hijodalgo español, que tenía prohibido ejercer oficios "serviles".

Nos hicieran (los victoriosos indios) trabajar
del modo que ellos trabajan.
Y cuanto ahora los rebajan, nos hicieran rebajar.
Ande pudiera esperar
casa, hacienda ni esplendores,
ninguno alcanzara honores,
todos fueran plebeyos.
Fuéramos los indios de ellos
y ellos fueran los señores.

(Copla colonial española-fragmento) (2)(pag412)


Luego del triunfo de Sangarará, Túpac Amaru expidió un mensaje a los pueblos del Perú, volviendo a convocar a los criollos a la unidad con la causa india: "Vivamos como hermanos y congregados en un solo cuerpo. Cuidemos de la protección y conservación de los españoles, criollos, mestizos, zambos e indios, por ser todos compatriotas, como nacidos en estas tierras y de un mismo origen."

Relato español del regreso de las tropas imperiales vencidas en Sangarará) pag153, pag 151 cita original de De Angelis Pedro, Colección de obras y documentos…

Por Alberto Lapolla
agrolapolla@yahoo.com.ar
Ingeniero Agrónomo Fitotecnista (UBA)
Experto en Genética Vegetal
Historiador
Docente de la Universidad de La Matanza
Ex – Docente de la UBA
Autor de artículos y trabajos sobre la Problemática Agropecuaria Ambiental
Relato de dos Relaciones españolas de la época (2) (Pag420-421)

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amautacuna.blogspot.com

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martes, 28 de julio de 2009

EL PUENTE DEL INCA


PUENTE DEL INCA

Cuenta la leyenda que hace muchísimos años, el heredero del trono del Tiwantisuyu se debatía entre la vida y la muerte, siendo víctima de una extraña y misteriosa enfermedad. Las plegarias, rezos y recursos de los hechiceros nada lograban y se desesperaban por no poder devolverle la salud.

El pueblo amaba intensa y entrañablemente a su príncipe, invocaba a sus dioses y realizaba sacrificios en su honor.

Fueron convocados los más grandes sabios del reino, quienes afirmaron que sólo podría sanarlo el maravilloso poder del agua de una vertiente, ubicada en una lejana comarca.

Los habitantes partieron en numerosa caravana, vencieron infinidad de dificultades, marcharon durante meses en que veían agotadas sus fuerzas, y un día se detuvieron ante una profunda quebrada, en cuyo fondo corrían las aguas de un río tempestuoso. En el lado opuesto, estaba el codiciado manantial, pero...

¿Cómo hacer para llegar a ese inaccesible lugar?

Meditaron durante mucho tiempo, tratando de buscar una forma de arribar hasta las milagrosas aguas, pero todo fue en vano.

Cuando ya la desesperación los dominaba, aconteció un hecho extraordinario: de pronto se oscureció el cielo, tembló el piso granítico y vieron caer, desde las altas cimas, enormes moles de piedra que producían un estrépito aterrador.

Pasado el estruendo y más calmados los ánimos, los incas divisaron asombrados, un puente que les permitía llegar sin dificultades hasta la fuente maravillosa. Transportaron hacia ella al príncipe, quien bebió de sus aguas y muy pronto recuperó la salud.

La omnipotencia del dios Inti, el sol, y de Mama–Quilla, la luna, habían realizado el milagro.

Así surgió, según la leyenda, ese arco monumental de piedra que recibió el nombre de Puente del Inca, que se levanta custodiado por el Aconcagua, rodeado por la imponente belleza de los Andes.



lunes, 27 de julio de 2009

TUPAC AMARU Y LA EMANCIPACIÓN AMERICANA




Túpac Amaru proclama la Independencia americana

Luego de liberar obrajes, indios esclavos y ejecutar corregidores, Túpac Amaru hizo públicas reiteradas proclamas, reclamando la libertad e Independencia de los pueblos de América.

Su proclama más difundida es, sin dudas, uno de los documentos preliminares de nuestra Independencia; la misma casi repite los argumentos del Manifiesto por la Independencia de América, de Juan Vélez de Córdova, proclamados en la Revolución India-Criolla de Oruro del 8 de julio 1739. Por supuesto, Vélez de Córdova sufrió la misma suerte de Túpac Amaru, a manos de los piadosos opresores españoles.

La diferencia entre el proyecto de Condorcanqui y el que luego triunfaría en el siglo siguiente, radica en que él proponía una nación India-mestiza-criolla, con hegemonía indígena, y no una nación hispano-blanca-criolla-británica, con exterminio y genocidio permanente del indio, como luego seríamos.

"Yo Don José I por la gracia de Dios, Inca, Rey del Perú, Santa Fe (Bogotá), Quito, Chile, Buenos Aires, y continentes de los mares del sud, duque de la Superlativa, señor de los Césares y Amazonas con dominio en el gran Paititi, Comisario distribuidor de la piedad divina por erario sin par, etc. Por cuanto es acordado en mi Consejo por junta prolija por repetidas ocasiones, ya secreta, ya pública, que los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con insoportables gabelas, tributos piezas, lanzas, aduanas, alcabalas, estancos, catastros, diezmos, quintos, virreyes, audiencias, corregidores, y demás ministros, todos iguales en la tiranía, vendiendo la justicia, en almoneda con los escribanos de esta fe a quien más puja y a quien más da, entrando en esto los empleos eclesiásticos y seculares, sin temor de Dios, estropeando como a bestias a los naturales del reino; quitando la vida a todos los que no supieron robar, todo digno del más severo reparo. Por eso y por los clamores que con generalidad han llegado al cielo, en el nombre de Dios Todopoderoso, ordenamos y mandamos que ninguna de las personas dichas, pague ni obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos, y sólo se deberá tener todo respeto al sacerdocio, pagándole el diezmo y la primicia como, que se da a Dios inmediatamente, y el tributo y el quinto a su Rey y Señor natural, y esto con la moderación con que se hará saber, con las demás leyes de observar y guardar. Y para el pronto remedio de todo lo suso expresado, mando se reitere y se publique la jura hecha a mi Real Corona en todas las ciudades, villas y lugares de mis dominios, dándome parte con toda la verdad de los vasallos prontos y fieles para el premio igual, y de los que se rebelaren, para la pena que les compite remitiéndonos la jura hecha, con razón de cuanto nos conduzca, etc."

Por Alberto Lapolla
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domingo, 26 de julio de 2009

TUPAC AMARU Y LA EMANCIPACIÓN AMERICANA




La primera Independencia

Entre el 4 de noviembre de 1780 y el 18 de mayo de 1781 (fecha del horrendo sacrificio de Túpac Amaru), su esposa Micaela Bastidas Puyucawa y toda su familia (América), disfrutó del único período de libertad desde el inicio de la invasión y opresión española, hasta su emancipación en 1824.

En ese breve período, que en verdad se extiende hasta 1784, se da la continuidad de la rebelión por los diferentes jefes Indios del Perú, del Alto Perú y del Norte Argentino, quienes prosiguieron la iniciada por Túpac, hasta ser totalmente exterminados a sangre y fuego por los genocidas españoles.

Cien mil hombres en armas levantó Túpac Amaru a lo largo de más de 1500 kilómetros, en una insurrección india preparada a lo largo de varios años, que contaba con jefes y lugartenientes tan importantes como su esposa Micaela Bastidas Puyucawa, Julián Túpac Katari -proclamado virrey del Alto Perú, en concordancia con que Túpac Amaru era el Inca de todo el Tiwantysuwu restaurado-, su esposa Bartolina Sisa, Diego Cristóbal Túpac Amaru –el más destacado de los colaboradores del Inca-, Mariano Túpac Amaru, Miguel Túpac Amaru, Andrés Túpac Amaru y Dámaso Katari entre otros.

Todos ellos -y sus completas familias, incluido el desaparecido hijo de Túpac Catari de 8 años- asesinados de la misma atroz manera que el gran Inca, por los "civilizados" españoles.

Cien mil indios levantados en armas; con palos, piedras, recursos hidráulicos, macanas y lanzas, pero con muy pocas armas de fuego y sin conocimiento de su manejo.
Cien mil indios asesinó en represalia el terror español, en otro de los genocidios con que los europeos trataron históricamente a los americanos nativos.

Pero fue en noviembre de 1780, cuando una nueva generación india recobró la dignidad mancillada por el opresor y expresó su grito de libertad e independencia, extendida al corazón de la América India.

De hecho, Condorcanqui retomaba el estandarte invicto de Juan Santos Atahualpa, quien había combatido entre 1742 y 1761, sin ser nunca vencido por los españoles.

Santos Atahualpa llegó a crear un estado libre de la dominación goda en la selva central del Perú extendido hasta el Matto Grosso, en alianza con una diversidad de etnias guaraníes. Aún hoy, los pueblos de la selva esperan su regreso. Vinculada con su rebelión, se había producido una insurrección india en Lima en 1750, con apoyo criollo, sofocada a sangre y fuego por el poder español.

Luego de la muerte de Juan Santos en 1761, sería Túpac Amaru quien continuaría la heroica resistencia india iniciada el 13 de octubre de 1492.

El 4 de noviembre de 1780 el Inca dio inicio a la rebelión –según dicen algunos historiadores-, antes del tiempo previsto, precipitada por la detección de la rebelión criolla de Farfán de los Godos en Cuzco, que lo obligó a actuar antes de tiempo para eludir la represión.

Según lo relatado, el día 4, el Inca detuvo al odiado y perverso corregidor Arriaga.

El día 10 Arriaga fue ejecutado por Túpac Amaru en la plaza de Tungasuca, ante un gentío exultante de indios y mestizos que no podían dar crédito a lo que sus ojos veían.

En los días siguientes, continuó Túpac al mando de sus hombres recorriendo la provincia y liberando indios y mestizos esclavos de las encomiendas y obrajes; repartiendo sus bienes entre los pobres americanos y ejecutando a todos los españoles europeos presentes.

Las mujeres españolas eran obligadas a vestirse con ropas de las mujeres americanas, para escándalo de las ibéricas damas.

La rebelión se extendió como un reguero de pólvora sobre la mancillada tierra americana.

"Causa admiración al ver la prontitud con que obedecieron las voz de este Rebelde en todo el Reino del Perú, pues se sabe notoriamente que en toda la costa de Arica, Tacna y Huantajaya hicieron los indios iguales muertes, robos y atrocidades que en la Sierra, manteniéndose sin sujeción alguna".

"Y hasta los bárbaros Mocovíes y Pampas de la parte de Jujuy y Salta, tuvieron noticia de esta rebelión, y salieron de sus términos insultando e intentando asolar estas dos ciudades, en donde tuvieron la fortuna de haber llegado a ese tiempo la Compañía de Granaderos del regimiento de Saboya, que venía de Buenos Aires, con la cual pudieron resistir sus terribles invasiones".

"También los Chiriguanos de la frontera de Tomina, hicieron sus salidas costosos con los deseos que tuvieron de conocer al Titulado Rey Túpac Amaru".

"(...) Pocas veces se habrá visto desolación tan terrible, ni fuego que con más rapidez se comunicase a tantas distancias, siendo digno de notar, que en 300 leguas que se cuenta de longitud, desde el Cuzco hasta la frontera del Tucumán, en que se contienen 24 provincias, en todas prendió casi a un mismo tiempo el fuego de la rebelión".

El día 12, Condorcanqui ocupó el obraje de Pomacancha, liberando a los indios allí esclavizados; repartiendo entre ellos sus bienes, dejando a cargo del mismo –ya no como obraje, sino como propiedad comunal indígena, Ayllu- a su hermano menor Juan Bautista Túpac Amaru.

Juan Bautista -único sobreviviente de la familia del Inca-, pasaría cuarenta años en las prisiones españolas en África (en Ceuta) y sería proclamado Rey Inca por el general Belgrano en el Congreso de Tucumán; propuesta que el Congreso aprobara el 31 de julio de 1816.

Juan Bautista moriría en Buenos Aires en 1827, encontrándose enterrado en una tumba sin nombre en el cementerio de la Recoleta.

Por Alberto Lapolla
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Relato de dos Relaciones españolas de la época 2 pag 430

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