sábado, 9 de octubre de 2010

GUNGNIR LA LANZA DE ODIN


Gungnir o Gungner era la lanza de Odín.

La palabra significa la producción de un violento temblor o sacudida, y, en efecto, sacudía con viveza a cualquiera que era golpeado por ella. Ésta fue fabricada por los hijos de Ivald (los enanos), y fue dada a Odín por Loki en compensación por el robo del pelo de Sif

Odín se lanza al campo de batalla con un casco de oro, una armadura resplandeciente y su lanza Gungnir. Esta lanza no podía jamás fallar o perder señal, y el juramento se prestaba sobre la punta de Gungnir.

La lanza simboliza la fuerza y el poder de Odín. Cuando éste tiraba su lanza sobre alguien, señalaba que este le pertenecía. Incluso el mismo Odín se hirió con ella y de esta forma se consagró él al cielo.

Cuando Odín pone la lanza en manos de un guerrero, es que vela por él y dirige sus acciones de valor.

Es representada por la runa Gar.


http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/08/odin.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/07/heimdall-loki-y-freya.html

viernes, 8 de octubre de 2010

CECH




Detrás de los montes Tatras, en las planicies del río Vístula se extendía desde tiempos inmemoriales la tierra Croata, primigénita parte de la gran patria Eslava.

En aquella tierra croata habitaban numerosas etnias emparentadas en el idioma, moral y costumbres.

Y sucedió que se desataron entre ellos polémicas y luchas sangrientas por la posesión de tierras y aldeas. Se levantaron clanes contra clanes, parientes lucharon contra parientes y se exterminaban mutuamente.

En ese tiempo, dos hermanos de un poderoso clan, ambos caudillos, Cech y Lech, juntos acordaron que abandonarían su tierra natal, desgraciada por las guerras. Se dijeron: "Busquémonos nuevos asentamientos, dónde nuestro clan viva en tranquilidad y se dedique a su trabajo".

Pues ya estaban por sus ancestros habituados a laborar la tierra, cultivar varios tipos de cereales y criar caballos y ganado vacuno y ovino.

Como acordaron, también ejecutaron. Juntaron a toda su etnia, elevaron ofrendas a los dioses, retiraron los cuadros de los ancestros y habiéndose despedido de la tierra paterna, se encaminaron hacia el poniente, hacia tierras desconocidas. E inició su camino clan tras clan, todos compuestos de numeras familias, todos amigos y parientes.

Primero iban exploradores y hombres armados, en el centro el caudillo Cech, de barba blanca pero apuesto y fuerte, su hermano Lech y en su derredor los gobernadores, los alcaldes de los diferentes clanes, todos a caballo. Detrás iban los ancianos, las mujeres y los niños sobre rústicos carros y a caballo, hatos de ganado y finalmente más hombres armados. Se dirigieron primero por regiones de etnias hermanas hasta que cruzaron las fronteras de la tierra Croata, cruzaron el río Oder y se adentraron en regiones montañosas y desconocidas.

Allí encontraron aldeas cuyos habitantes aún hablaban su misma lengua, como también junto a las orillas del río Labe.

Pero, ya antes de cruzar este río, la región se volvió más desértica y encontraron escasas aldeas. Estaban muy separadas entre sí, y sus habitantes, que hablaban lenguas extranjeras, se vestían con pieles, en poco número pero osados y corajudos, se les interponían con armas en las manos en su camino. Cech y Lech los vencieron, destruyeron sus primitivas viviendas en chozas y pozos y avanzaron más y más, de bosque en bosque.

Malo era el camino por los profundos bosques, malo el caminar por pantanos llenos de juncales, ortigas, trozos de tierra cubierta por musgo y diversos matorrales. Al anochecer encendían fogatas que mantenían hasta el amanecer para que la luz proyectándose hacia la oscuridad de la floresta ahuyente a las feroces y astutas fieras.

Así llegaron hasta un tercer río que recorría la selva; el Vltava. Y cuando también a éste cruzaron, todos empezaron a extrañar la antigua tierra y a quejarse que no hay fin del dificultoso camino y sin lugar para un descanso permanente.

Entonces, el caudillo Cech señaló un monte elevado que con colores azulados se erguía frente a ellos por sobre una región amplia y plana y dijo: "Lleguemos a los pies de ese monte, allí daremos descanso a los niños y al ganado".

Llegaron y acamparon al pie de ese monte que se llama Ríp.

Los caudillos y los ancianos de los clanes recorrieron las tierras circundantes señalando que son aptas para el cultivo. Por la mañana, con las primeras luces del alba Cech se levantó y ascendió solo hasta la cumbre atravesando el silencioso bosque lleno aún de la nocturna oscuridad.

Cuando llegó ya había amanecido y una amplia región se extendía frente a él hasta dónde alcanzaba la vista, hasta lejanas montañas azules, llana y libre, bosques y prados. Entre la exuberante vegetación los ríos brillaban como plata derretida.

Y alegróse el primer padre Cech sobre la bendecida tierra y reflexionó sobre ella, sobre los designios de los dioses, sobre cómo será allí la vida de su pueblo y de las generaciones futuras.

Cuando descendió, informó de lo que vio. Al día siguiente, muchos recorrieron los alrededores del monte para reconocer toda la región. Lo que encontraron les gustó, los ríos llenos de peces, fértil la tierra; y comunicaron que es adecuada para morar.

Al tercer día, cuando comenzaba a ascender el sol sobre los bosques llamó Cech a su hermano y a los ancianos y ordenó que todos se acercaran. Ascendió con ellos a un lugar elevado desde el cual podían mirar a la región y les habló así:

"Ya no tendrán que extrañar pues hemos hallado una tierra dónde nos quedaremos y edificaremos nuestras viviendas. Observen, esta es la tierra que buscábamos. Muchas veces les hablé de ella prometiendo que allí los conduciría. Esta es la tierra prometida, llena de animales y pájaros, rebosante de miel. De todo tendréis abundancia y será buena defensa contra vuestros enemigos. Miren, la tierra que deseaban. Sólo que no tiene nombre; consideren con que nombre debe ser nombrada."

"¡Tuyo!. ¡Que se llame con tu nombre!" expresó como por inspiración divina un anciano de larga y blanca barba, el más anciano de los alcaldes. Y ya todos, alcaldes y pueblo clamaron en una sola voz:

"¡Tuyo, con tu nombre!".

"¡Que se llame con tu nombre!"

El caudillo Cech, complacido con la voluntad de su gente, se arrodilló y besó la tierra, nueva patria de su etnia. Habiéndola besado, se levantó y alzando las manos hacia la amplia región habló con voz conmovida, bendiciendo:

"¡Bienvenida tierra santa, a nosotros prometida!

¡Cobíjanos sanos, cobíjanos sin accidentes y multiplícanos de generación en generación hasta el fin de los siglos!"

Con alegría pusieron sobre la tierra las imágenes de los ancestros que transportaron vestidos de ropajes blancos desde la patria original y encendieron un gran fuego. Y ofrendaron un sacrificio de fuego en agradecimiento y bendición y se alegraron todos.

.-.0.-.

Nota del traductor Pedro Brumovský: Traducción del libro homónimo del autor Alois Jirásek, autor novelístico del siglo 19 creador de, "Hermandad; Psohlavci; F.L.Vek; Filozofská historie; U nás; Husitský král"; y otras obra relevantes. Cada temática está desarrollada más ampliamente por el autor en su libro Antiguas leyendas Checas.

Nota: "Ríp" significa "monte"

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/09/el-recorrido-historico-de-los-checos.html

Fuente:http://www.mzv.cz/buenosaires/es/informaciones_sobre_la_republica_checa/cultura/literatura_checa_en_espa_ol/antiguas_leyendas_checas/cech/index.html
Imágen: http://antiguaymedieval.blogspot.com/2008_12_01_archive.html

jueves, 7 de octubre de 2010

HISTORIA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO





La Batalla de Lepanto
Esta pintura está en S. Pedro Mártir,
Murano.




En 1571 la cristiandad era amenazada por los turcos de un Imperio Otomano al acecho llevado a su máxima expansión y apogeo por el emperador Soliman II, el Magnífico, y desde hacía 5 años gobernado por su sucesor, Selim II. Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave peligro de extinción. Los turcos habían tomado Tierra Santa y Medio Oriente, Constantinopla, Grecia, Albania, África del Norte y la Península Ibérica. En esas extensas regiones el cristianismo era perseguido; muchas diócesis desaparecieron completamente y muchos mártires derramaron su sangre.

Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y Portugal pudieron librarse finalmente del dominio musulmán con la conquista de Granada, cuando los reyes católicos Fernando e Isabel expulsaron a los moros de la península en el 1492; fecha de inestimable importancia política si se tiene en cuenta que para ese año se descubriría América y comenzaría su “evangelización” (imposición generalmente brutal del “cristianismo”, quien proporcionó justificación ideológica del genocidio a los habitantes originarios, del avasallamiento de sus culturas, del saqueo de sus riquezas y de todo el accionar contrario al Evangelio de los imperios colonizadores).

Pero la amenaza turca alargaba su sombra una vez más sobre toda Europa. El imperio turco necesitaba hacerse del viejo continente para ganar el Atlántico y con él sus costas y todas sus rutas comerciales, anexándolas a las del Mediterráneo que ya dominaba; tomar sus riquezas materiales y a sus habitantes como esclavos, cerrando el círculo con una dominación ideológica que necesariamente tendría que incluir desterrar la fe cristiana.

La situación para los cristianos era entonces casi desesperada. Los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión a la Europa cristiana. Italia se encontraba desolada por una hambruna, el arsenal de Venecia estaba devastado por un incendio. Aprovechando esa situación, los turcos invadieron a Chipre con un formidable ejército, torturando y esclavizando a sus defensores locales. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente.

El Papa Pío V (Miguel Ghislieri; 1566-1572), clérigo perteneciente a la orden dominica (según la cual la Virgen María en persona enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como “arma poderosa en contra de los enemigos de la fe”), otrora Gran Inquisidor, fuerte impulsor de la educación entre el clero y al extremo puritano, trató de unificar a los cristianos. Pidió ayuda pero se le hizo poco caso.

El 17 de septiembre de 1569 pidió al mundo cristiano que se rezase el Santo Rosario para encontrar una solución al problema europeo. La situación empeoraba día a día y el peligro de una invasión crecía.

Por fin se ratificó una alianza en mayo del 1571 y la responsabilidad de defender el cristianismo y a Europa cayó principalmente en Felipe II, rey de España, los soldados de los Estados Papales, los de Venecia y los de Génova. Para evitar rencillas, se declaró al Papa como jefe de la liga, Marco Antonio Colonna como general de los galeones y Don Juan de Austria, héroe del ejército español, generalísimo de la alianza. El ejército contaba con 20.000 soldados, además de marineros. La flota tenía 101 galeones y otros barcos más pequeños. El Papa envió su bendición apostólica y predijo la victoria. Haciendo uso de su puritanismo ordenó además que sacaran a cualquier soldado cuyo comportamiento pudiese ser inmoral y ofender al Señor (cosa de dudosa concreción si pensamos en que soldados no sobraban y en cierta “relajación” en las costumbres de la baja milicia...).

Pío V, convencido de la necesidad y justicia de su empresa y del poder de la devoción al Santo Rosario, pidió a toda la Cristiandad que lo rezara particularmente y que hiciera ayuno, suplicándole a la Santísima Virgen su auxilio ante aquel peligro.

Poco antes del amanecer del 7 de Octubre de 1571 la Liga Cristiana encontró a la flota turca anclada en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. La flota cristiana se jugaba el todo por el todo.



Cuenta la historia que antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con devoción. Al ver los turcos a los cristianos, fortalecieron sus tropas y salieron en orden de batalla. Los turcos poseían la flota más poderosa del mundo; contaban con 300 galeras y además tenían miles de cristianos esclavos de remeros. Los cristianos estaban en gran desventaja siendo su flota mucho más pequeña.

En la bandera de la nave capitana de la escuadra cristiana ondeaban la Santa Cruz y el Santo Rosario.

La línea de combate era de 2 kilómetros y medio. A la armada cristiana se le dificultaban los movimientos por las rocas y escollos que destacan de la costa y un viento fuerte que le era contrario. La más numerosa escuadra turca tenía facilidad de movimiento en el ancho golfo y el viento la favorecía grandemente.

Mientras tanto, la tradición cuenta que miles de cristianos en todo el mundo ayunaban y dirigían su plegaria a la Virgen María con el rosario en mano, para que ayudara a los cristianos en aquella batalla decisiva.

Don Juan mantuvo el centro y tuvo por segundos a Colonna y al general Veneciano, Venieri. Andrés Doria dirigía el ala derecha y Austin Barbarigo la izquierda. Pedro Justiniani, quien comandaba los galeones de Malta, y Pablo Jourdain estaban en cada extremo de la línea. El Marques de Santa Cruz estaba en reserva con 60 barcos listo para relevar a cualquier parte en peligro. Juan de Córdova con 8 barcos avanzaba para espiar y proveer información y 6 barcos Venecianos formaban la avanzada de la flota.

La flota turca, con 330 barcos de todo tipo, tenía casi en el mismo orden de batalla, pero según su costumbre, en forma decreciente. No utilizaban un escuadrón de reserva por lo que su línea era mucho más ancha, teniendo gran ventaja al comenzar la batalla.

Hali estaba en el centro, frente a Don Juan de Austria; Petauch era su segundo; Louchali y Siroch capitaneaban las dos alas contra Doria y Barbarigo.

Don Juan dio la señal de batalla enarbolando la bandera enviada por el Papa con la imagen de Cristo crucificado y de la Virgen y se santiguó. Los generales cristianos animaron a sus soldados y dieron la señal para rezar. Los soldados cayeron de rodillas ante el crucifijo y continuaron en esa postura de oración ferviente hasta que las flotas se aproximaron. Los turcos se lanzaron sobre los cristianos con gran rapidez, pues el viento les era favorable, especialmente siendo superiores en número y en el ancho de su línea.

Pero el viento que era muy fuerte se calmó justo al comenzar la batalla.


Pronto el viento comenzó en la otra dirección, ahora favorable a los cristianos. El humo y el fuego de la artillería iban sobre el enemigo, casi cegándolos y al fin agotándolos.

La batalla fue terrible y sangrienta. Después de tres horas de lucha, el ala izquierda cristiana, bajo Barbarigo, logró hundir el galeón de Siroch. Su pérdida desanimó a su escuadrón y presionado por los venecianos se retiró hacia la costa. Don Juan, viendo esta ventaja de su ala derecha, redobló el fuego, matando así a Hali, el general turco, abordó su galeón, bajó su bandera y gritó: ¡Victoria! Desde ese momento los cristianos procedieron a devastar el centro.



Louchali, el turco, con gran ventaja numérica y un frente mas ancho, mantenía a Doria y el ala derecha a distancia hasta que el Marqués de Santa Cruz vino en su ayuda. El turco entonces escapó con 30 galeones, el resto fueron hundidos o capturados.

La batalla duró desde alrededor de las 6 de la mañana hasta la noche, cuando la oscuridad y las aguas picadas obligaron a los cristianos a buscar refugio.

Cuentan que el Papa Pío V, desde el Vaticano, no cesó de pedirle a Dios, con manos elevadas como Moisés. Durante la batalla se hizo procesión del Rosario en la Iglesia de Minerva en la que se pedía por la victoria. El Papa estaba conversando con algunos cardenales pero, de repente los dejó, se quedó algún tiempo con sus ojos fijos en el cielo, y cerrando el marco de la ventana dijo: "No es hora de hablar más sino de dar gracias a Dios por la victoria que ha concedido a las armas cristianas".

La historia cuenta que las autoridades después compararon el preciso momento de las palabras del Papa Pío V con los registros de la batalla y encontraron que concordaban de forma precisa.

En la batalla de Lepanto murieron unos 30.000 turcos junto con su general, Hali. 5.000 fueron tomados prisioneros, entre ellos oficiales de alto rango. 15.000 esclavos fueron encontrados encadenados en las galeras y fueron liberados. Perdieron más de 200 barcos y galeones. Los cristianos recuperaron además un gran botín de tesoros que los turcos habían pirateado.

Los turcos, y en especial su emperador, fueron presa de la mayor consternación ante la derrota. La opresión turca hacia naciones cristianas tuvo su límite y empezó a retroceder, impidiéndose que el cristianismo desapareciera. Fue la última batalla entre galeones de remos.

Los cristianos lograron una victoria con ribetes “milagrosos” que cambió el curso de la historia. Con este triunfo se reforzó intensamente la devoción al Santo Rosario.

En conmemoración a esto, el Papa Pío V instituyó la fiesta de la Virgen de las Victorias, después conocida como la Fiesta del Rosario, para el primer domingo de Octubre. A la letanía de Nuestra Señora añadió "Auxilio de los cristianos" y definió la forma tradicional del rosario.

En 1573, el Papa Gregorio XIII le cambió el nombre a la fiesta, por el de Nuestra Señora del Rosario. El Papa Clemente XI extendió la fiesta del Santo Rosario a toda la Iglesia de Occidente. El Papa Benedicto XIII la introdujo en el Breviario Romano y Pío X la fijó en el 7 de Octubre.

Pero Lepanto no es el primer antecedente de “milagros militares” atribuidos al Santo Rosario. Simón de Montfort, dirigente del ejército cristiano del sur de Francia por el siglo XIII y a la vez amigo de Santo Domingo de Guzmán (fundador de la orden que a la postre llevaría su nombre), hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el rosario.

La historia cuenta que lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante, en Muret, obteniendo la victoria. De Montfort consideró que su triunfo había sido un verdadero milagro y el resultado del rezo del Rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.

También después de Lepanto los turcos seguían siendo poderosos en tierra y, en el siglo siguiente, invadieron a Europa desde el Este.

Después de tomar enormes territorios, sitiaron a Viena, capital de Austria. Una vez más, las tropas enemigas eran muy superiores. Si conquistaban esta ciudad toda Europa se hacia muy vulnerable.

Vuelve a contar la historia que el emperador de Austria puso su esperanza en Nuestra Señora del Rosario. Hubo gran lucha y derramamiento de sangre y la ciudad parecía perdida. El alivio llegó el día de la fiesta del Santo Nombre de María, 12 de septiembre de 1683, cuando el rey de Polonia, conduciendo un ejército de rescate, derrotó a los turcos.

Al siglo siguiente, los turcos padecieron otra gran derrota en manos del Príncipe Eugenio de Saboya, comandante de los ejércitos cristianos, en la batalla de Temesvar (en la Rumania moderna), el 5 de agosto de 1716. En aquel entonces era la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves. El Papa Clemente XI atribuyó esta victoria a la devoción manifestada a Nuestra Señora del Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo Rosario fuera celebrada por la Iglesia universal.

Bajo la protección Nuestra Señora de la Merced -Generala del Ejército Libertador-, el General Manuel Belgrano decía: “Ella siempre es declarada por el éxito feliz de las causas justas, como la liberación social y política de nuestro pueblo" (en contra de los ejércitos colonialistas europeos y sin más patria que la justicia evangélica).

Se puede pensar que, al igual que como María apoyó la misión liberadora de Jesús hasta el desgarro en una ocupada Palestina por el Imperio Romano y arrendada por la casta sacerdotal judía contraria a la tradición liberadora de los profetas y de la aristocracia laica judía -opresora también del Pueblo de Dios-, ella también es dada a apoyar a todos aquellos hijos que trabajan en el mismo sentido evangélico de justicia integral.

Justamente éste debiera ser el sentido de la fe cristiana con respecto a las devociones. De la “lectura religiosa” de Lepanto se traduce claramente cuál es la forma de intervención divina en la historia cuando la causa es justa.

Tanto en la Batalla de Lepanto, como en la anterior de Muret; en el sitio de Viena o en Temesvar, la invocación de ayuda, de bendiciones y de éxitos a María (como a cualquier santo o al Dios uno y trino), es a partir -primeramente- de una acción comunitaria, de una comunión social del conjunto de voluntades seguida de la acción, del sacrificio y de la lucha de aquellos cristianos quienes están invocando. Antes que nada se ayudaron a sí mismos, pusieron el cuerpo a sus creencias y todo lo que estaba a su alcance para lograr su objetivo. Y recién después sí, se encomendaron pidiendo con fe, con razón, con justificación, con motivo, con argumentos y con todo el derecho a profesar con coherencia su fe, de que Dios los bendiga concediéndole una ayuda, que pudo ser más o menos “milagrosa” y que no dependía humanamente de ellos poder lograr.

“Ayúdate que te ayudaré”, se podría resumir esta teología cristiana con respecto a los acontecimientos en que se cree adivinar una intervención divina a favor de lo justo.

Pero ninguna relación tiene con esto lo milagrero, lo mágico, lo fácil; el cruzarse de brazos mirando una imagen de yeso o una estampita por más “benditas” que estén, prendiendo velitas de colores o bañarse con agua bendita mientras se rezan mil rosarios alienándose la persona sin hacer lo que de ella dependa para solucionar su problema individual, si fuese el caso, o en comunión con sus semejantes, si el motivo involucrase a su comunidad.

El proyecto de Jesús de la construcción cotidiana del Reino de Dios -Reino de verdad y justicia- es una tarea comunitaria, de esfuerzo y de sacrificio social. Y cuando la construcción de ese Reino requirió de una guerra justa para alcanzarlo, hizo falta la decisión y hasta el martirio de sus mejores hijos como instrumentos para llevarlo adelante, necesaria e imprescindiblemente junto a cualquier plegaria piadosa.

Sólo así las oraciones y rezos elevados al Cielo tienen sentido cristiano.

Quien no entienda esto ha convertido su religiosidad en un simple ritualismo estéril, más cerca de la idolatría que del verdadero Dios, y lejos del Evangelio predicado por Jesús.

La batalla de Lepanto deja como primera y esencial enseñanza el punto justo entre la oración y la acción comunitaria.

Por Gabriel Andrade
http://teologiadesdeelcamino.blogspot.com/2009/10/historia-de-la-virgen-del-rosario-por.html

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/09/nuestra-senora-de-la-merced.html

miércoles, 6 de octubre de 2010

EL ÑANDÚ





Esta leyenda mocoví de Formosa y el Chaco argentino narra la persecución del joven indio Nemec para matar a un ñandú y lograr sus fabulosas plumas, que renovarán el tocado del jefe, como símbolo de su poder. Pero Nemec no desea alcanzarlo. Admira a su presa y solamente un milagro evitará la cacería y, a la vez, dará fama imperecedera al joven cazador. Este relato está incluido en el libro Leyendas argentinas, de Editorial Norma.

¡Ahí va el joven indio Nemec! ¡Ahí va el ñandú!
Nemec va escondido, el ñandú va a carrera abierta.
Nemec lo persigue, siempre a distancia, una distancia que no puede acortar.


Hace tanto que Nemec persigue al ñandú que ya no desea alcanzarlo.
El cazador admira a su presa.
Admira su rapidez, la gracia para correr, sus fabulosas plumas.
Sus lamentablemente fabulosas plumas… Porque por ellas lo persigue Nemec.
El jefe de la tribu las necesita para renovar su tocado.
Cuanto más bellas plumas de ñandú tenga en el tocado, más demostrará el jefe su poder.
Y con esa misión ha enviado el jefe a Nemec. Conseguir plumas de ñandú para un tocado nuevo
Ahora están la presa y el cazador viviendo el drama. Uno delante del otro, corriendo bajo la noche con más estrellas que haya conocido el mundo en toda su historia. O por lo menos eso piensa Nemec.

Pero él no puede distraerse contemplando cada estrella, como hace cuando está en la tribu.
En las noches de la tribu, él bautiza las estrellas con nombres inventados.
En el cielo de la tribu, él puede unir una estrella con otra y descubrir qué animal se dibuja con ellas como vértices.

En la hora de sueño de la tribu, él puede bostezar bajo las estrellas y abrir grande la boca como para tragarse alguna, haciendo reír a su hermano más chico.

Pero ahora la tribu está lejos, los que están cercanos son sus recuerdos.

Lejanas y cercanas estrellas. Lejana y cercana tribu. Lejano y cercano ñandú que corre delante de Nemec, bajo el cielo de estrellas.

Nemec piensa que nunca va a alcanzar a ese ñandú, por lo tanto nunca va a regresar a su tribu.
Él tiene la fama de cazador y su orgullo. No puede regresar con las manos vacías.
Esa noche estrellada va a durar para siempre —piensa Nemec—. Con el ñandú y él corriendo como parte del paisaje.

Nemec siente un gran agotamiento, corre más lento y se asombra de que la distancia entre él y su presa no se haga más ancha.

En verdad, la distancia entre ambos se está acortando.

Nemec comprende que llegó el final. El ñandú también está cansado.

El joven indio prepara su arma sin convencerse de que, en unos instantes, esa carrera que duró un tiempo sin tiempo, concluya cruelmente.

Pero el ñandú hace su último gesto de maravilla. Levanta vuelo.



El milagro persiste. Aunque no es su naturaleza surcar las alturas, el ñandú asciende, con facilidad, hacia lo más alto, se remonta hasta el firmamento, y se mezcla con las estrellas.

Nemec sigue corriendo y alza sus brazos como para elevarse también.

Nada sucede.

Excepto que en el cielo hay una constelación nueva.

Nemec no sabe que cuando regrese a su tribu, su fama resplandecerá. Ni siquiera lo imagina mientras marcha derrotado pero a la vez con alivio

En la tribu dirán que el único modo en que una presa pueda escaparse de semejante cazador es desaparecer en el cielo, porque en la tierra, Nemec no da tregua a nadie.

Y gracias a él, contarán sus nietos y los nietos de sus nietos, ahora existe la Cruz del Sur.

La Cruz del Sur es ese ñandú inalcanzable que perseguimos todos lo que vivimos bajo su luz.

Una luz tan lejana como las estrellas y tan cercana como el cielo de nuestra casa.


Recopilación: Graciela Repún
Imagen: Rodrigo Folgueira

martes, 5 de octubre de 2010

T'UNUPA

Representación de Tunupa en uno de los flancos rocosos del cerro Pinkuylluna, cerro localizado al frente de la Ciudadela de Ollantaytambo.



El hijo del dios Wiraqucha es T'unupa. El dios había hecho la tierra, el cielo, el sol, la luna, las estrellas y todas las cosas. Y luego había enviado a su hijo a enseñar a la humanidad una vida acorde con la naturaleza.

El compañero de T'unupa era un jilguero. Mientras recorría los poblados, instruía a los agricultores a sacar el mayor beneficio de la tierra, sin dañarla; predicaba contra la flojera y la borrachera y resaltaba los fundamentos de la solidaridad.

Cuando llegó a Carabuco, la gente se congregó masivamente para escucharlo. Pero Makuri, jefe de los carabucos, hizo apresar a T'unupa y se burló de sus cualidades. Llegó incluso a pedirle que transformara unos metales innobles en oro. El hijo de Wiraqucha se negó. Y, más bien, reprendió el comportamiento de Makuri. Éste, muy encolerizado, reto a una pelea cuerpo a cuerpo a T'unupa, que le respondió que una víbora no podía luchar contra un maestro.

Sin más, Makuri hizo expulsar a T'unupa a hondazos. Al día siguiente éste reapareció en Carabuco con la ropa muy blanca y sin huellas de heridas. La gente había salido a recolectar metales y regresó sin nada, pues T'unupa había escondido los yacimientos de cielo abierto dentro de las montañas, para que fuera muy difícil explotarlo.

Hecho esto, se dirigió a Copacabana y a la orilla del lago tendió un paño para cruzar el Titicaca. Por entonces los pobladores de Copacabana adoraban a un felino (titi) metálico, cosa que no agradó a T'unupa.

Otra vez aprehendido, fue llevado a la presencia de un sabio, a quien preguntó las razones por las que ofrecían a una imagen sacrificios de sangre.

Les instó a dejar dicho culto y a aceptar la benevolencia de Wiraqucha. La gente se exaltó y pidió la muerte de T'unupa. Lo llevaron a la orilla y lo ataron al palo de una pequeña balsa de totora, que luego echaron a la deriva. De repente comenzó una tormenta acompañada de vientos excesivos y relámpagos aterradores. La balsa fue llevada hasta el estrecho de Tiquina desde donde abrió el cause del río Desaguadero hasta llegar a una hondonada, en la que se formó el lago Poopó.

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/08/tunupa.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/08/tunupa_12.html

lunes, 4 de octubre de 2010

LAS MUJERES AYOREAS



Dolly Costa, "Ayorea". Acrílico s/lienzo. 2002. 80 x 60 cm


En algún momento del siglo XVI, en el oriente boliviano, se conocieron las primeras noticias de los ayoreos, que cronistas y viajeros llamaron de diversas maneras, sobreviviendo hasta el presente su auto denominación original.

Las primeras referencias específicas se relacionaron con sus mujeres.

Uno de los primeros catequizadores narró la muerte de un conquistador porque había faltado el respeto a una ayorea.

Con ese acto en realidad habían castigado la ausencia de reconocimiento de la posición de prestigio que la mujer tuvo y sigue teniendo dentro de la sociedad ayorea.

Un siglo más tarde, la siguiente referencia vuelve a tener connotación femenina. Los catequizadores las calificaron de libertinas, porque culturalmente tomaban la iniciativa sexual.

Las mujeres indígenas de otras naciones aceptaban los regalos hispanos pero las ayoreas los despreciaban, prefiriendo que el hombre ayoreo les ofreciera presentes de caza o recolección cuya obtención les hubiera significado alguna dificultad.

Las autoridades coloniales definieron a esa relación entre géneros como un trastoque demoníaco de roles, considerando a los varones, a pesar de su prestancia guerrera ante las incursiones conquistadoras, como pasivos y dominados por sus mujeres.



Dolly Costa, "Ayoreo". Acrílico s/lienzo. 2002. 80 x 60 cm.

Los ayoreos fueron hasta 1960, absolutamente nómades, y según su lógica de recolectores y cazadores, consideraban innecesario producir y acumular bienes, percibiendo a la naturaleza como despensa de recursos abundantes, y el concepto de saber vivir bien consistía en conocer cuándo, dónde y cómo hallarlos.

Los ayoreos fueron considerados traidores a la patria cuando rechazaron enrolarse en la guerra contra el Paraguay. Les atribuyeron asaltos y fueron perseguidos y sus mujeres raptadas y especialmente violadas por su fama de iniciadoras sexuales.

La decisión de negociar con los dominadores fue femenina: muchas estuvieron prisioneras en las haciendas y una de ellas asumió la iniciativa de pacificar las relaciones entre conquistadores e indígenas.

Dos mecanismos tuvieron las cautivas para no perder su identidad: soñar y cantar. Evocar a sus ancestros y musicalizar las características bondadosas de sus seres queridos fueron manifestaciones simbólicas que desomatizaron sus padecimientos.

Femeninas fueron también las iniciativas de conciliación con las misiones católicas, aprovechando que en muchos establecimientos vivían numerosas monjas.

Pero cuando se trató de negociar con autoridades masculinas, las ayoreas adoptaron tonos y maneras varoniles, haciendo entender que ellas tenían la primacía dentro de su sociedad, y podían ser iguales a los hombres conquistadores.
Algunas misiones les dieron cabida y protección, pero las enfermedades terribles que les ocasionó el contacto hicieron que los ayoreos volvieran al monte a proseguir su inveterado nomadismo recolector.

A mediados de los años 50 empezaron a migrar hacia las ciudades, llegando hasta los alrededores de la Estación Brasileira, en los exteriores de Santa Cruz de la Sierra.

La condición cultural de las ayoreas les impidió asimilarse al servicio doméstico de las ciudades como alternativa para adquirir recursos de subsistencia.

Optaron entonces por caminar por la ciudad, recolectando y pidiendo, hasta que devinieron en limosneras, incursionando paulatinamente en la mendicidad como forma de vida.

Sin embargo, algunas ayoreas se profesionalizaron en actividades relacionadas con los servicios de salud, y María Paz, su líder más connotada, llegó a ser la única mujer que ocupó cargo importante en las organizaciones nacionales indígenas de Bolivia.

Los hombres se alejaban de Santa Cruz temporalmente, buscándose el sustento como carpinteros, cargadores, cosechadores y otros oficios menores. Las ayoreas viajaban hasta donde estaban trabajando, y con el poder conferido a su género, reclamaban al patrón los salarios o solicitaban adelantos.

Pero las ayoreas no supieron nunca manejar dinero, y no funcionaron ni como empleadas ni comerciantes, pese a los intentos y fracasos emprendidos repetidamente en ese sentido.

La primera ayorea prostituta aparece a finales de los 60, cuando toma la iniciativa sexual desinteresada frente a un mestizo, y obtiene dinero a cambio que le permite comprar comida. El formato se socializó en otras sin imaginar que ingresaban a un negocio peligroso.

En su esquema subjetivo tomar la iniciativa sexual con extraños no tuvo que ver con transacción comercial alguna. Que fueran recompensadas monetariamente, ubicó al dinero en el mismo plano de valor de otros recursos recolectables que permiten alimentar, compartir y redistribuir familiarmente.

La prostitución urbana, en una de sus formas más lumpenizadas, las engulló de un modo que ellas no percibieron ni desearon. Ironía cruel y trampa trágica para las ayoreas.

Posteriormente muchas aparecieron en las crónicas policiales. Algunas fueron asesinadas, y otras ingresaron al alcohol y las drogas. No son pocas las portadoras de ITS y SIDA. Su inmemorial autonomía en el manejo de sus cuerpos fue agredida por contextos perversos y extraños.

Su axiología sexual fue rebasada totalmente por la sub-cultura occidental prostitutaria de violencia, dinero, drogas, alcohol y enfermedad.

Los hombres tienen más facilidades de insertarse en la sociedad nacional, diluyéndose fácilmente en el mestizaje. Ellas sufren los designios de una organización social marcada por su dominio.

Inútiles para integrarse, incapaces de gestar relaciones y solucionar problemas, deambulan, en una sociedad inepta para admitir y ubicar a mentalidades radicalmente diferenciales.
La única solución posible sería la aculturación total, a la manera de algunas mujeres aguarunas, que se inmunizan contra el suicidio extirpándose radicalmente su cultura, en una suerte de eutanasia antropológica.

Para las ayoreas ninguna ruta de salida es factible, porque su sentido de identidad es absolutamente profundo e incontrastable, y repitiendo lo de siglos pasados, todavía continúan soñando con sus familias, y cantando las virtudes de sus seres queridos.

Las ayoreas, estructuralmente recolectoras y sexualmente libres, para supervivir y articularse a la vida urbana de Santa Cruz de la Sierra, tuvieron que institucionalizar “invertidamente” la mendicidad y la prostitución.

¿Qué puede ser más cruel que descubrir que lo natural es un producto y la libertad es un yugo? ¿Qué puede ser más triste que descubrir que la ontogenia con la que se nació a la vida es un obstáculo para existir?...

Santa Cruz de la Sierra- Bolivia

Autor: Willy Guevara.

Enviado por: Cristina Ríos Giraldo

Nota:
La palabra lumpen fue muy popular en los ’70 para describir al pobre marginado, sin conciencia de clase social, y victima de la manipulación por los dueños de las estructuras del poder. O sea, los capitalistas. (Sí, es muy comunista la palabra.) No es por pobre que te llaman lumpen, sino por la falta de conciencia social e integridad moral. El lumpen responde al liderazgo político (fascistas, comunistas, capitalistas, el que sea) que le permita tomar ventaja de las circunstancias o situación en que vive la sociedad, a menosprecio de los demás ciudadanos. En otras palabras aprovecharse del mal ajeno. Pepe Orraca, San Juan, Puerto Rico

domingo, 3 de octubre de 2010

EL ZORRO Y LAS CHUÑAS

Fotógrafo: Ronchetti Alejandro
Descripción: Chuñas de patas rojas (Cariama cristata)

SANTIAGO DEL ESTERO

Dice que se bañaban en una represa dos chuñas. Y ha llegao el zorro y les ha jugao a ver quién resiste más metiendo la cabeza en l'agua y nadando. Y las chuñas han dicho que güeno.

-Vamos -ha dicho el zorro y si ha metío en el agua-. Hay que dentrar bien al hondo.

-Vamos -han dicho las chuñas y si han metío, si han dentrao di atrás del zorro.

El zorro si ha metido con la mala intención de salir y comerse las chuñas. Las chuñas si han sacao unas plumas de las alas y las han dejao flotando en l'agua y si han salido huyendo dejando al zorro que se metía bien adentro.

Al ratito el zorro ha sacao la cabeza pa respirar. Ha visto las plumas de las chuñas y ha vuelto a meter la cabeza. Cuando ha estao cerca las plumas, ha dao un salto el zorro para agarrar las chuñas, y áhi si ha dao un golpe y ha visto que lu han engañao.

Salió a buscarlas. Cuando salió ya no parecían y se jue a buscarlas siguiendo el rastro. Ya iba lejos y llegó a una casa y preguntó si nu habían visto pasar a dos hombres emponchaos, con ponchos barchilos y güenos cantores.

-Reciencito han pasao por acá -le contestan.

-Güeno, hasta mañana -dijo el zorro.

Ya era tarde y por áhi no más si había quedao a dormir, el zorro. Y tempranito se ha despertao y se jue a buscarlos a las chuñas.

Y por áhi habían estao cantando las chuñas. Subían y bajaban cantando de un quebracho cotulo.

Y llegó el zorro y las oyó que 'taban déle canto, y les dice:

-¡Qué lindo cantan! ¡Pórque no me enseñan!

-Vení, sí te vamos a enseñar -y bajan del quebracho.

Entonce las chuñas le habían dicho que tiene que revolotiar en redondo como revolotean ellas.

El zorro nu ha podío y las chuñas li han dicho que le van a enseñar.

Lu han agarrao y lu han revoliao despacio, y en la güelta, el zorro ha hecho: ¡guaaac! ¡guaaac!...

Entonce ha dicho:
-Si parece que vua poder cantar. Maver, otrita güelta y yo vua cantar más juerte.

Y áhi no más le dieron una revoliada más juerte y li han pegao en el tronco 'el quebracho. Y ha quedao pegao en el tronco del quebracho, muerto, el zorro pícaro que las que querío joder a las chuñas.

Y dice que el zorro gritaba: ¡Ay!... ¡Ay!... ¡Ay!... Y di áhi se jueron a pasiar tranquilas, las chuñas.

Carmen Ledesma, 70 años. Huayco Hondo. Capital. Santiago del Estero, 1952. Carmen figura entre los nombres que se usan para hombre y mujer. Campesino analfabeto. Buen narrador.

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/03/el-zorro-y-la-chuna.html